Me gusta mucho ayudar a la gente pero no me gusta que me ayuden. No sé pedir ayuda. No sé cuándo hacerlo, no sé cómo hacerlo y lo más importante: No sé a quién pedírsela.
Todo se remonta a mi tierna infancia en la que mis gfs, en sus mejores esfuerzos por criarnos de una manera sana a mi hermana y a mí, nos insistieron miles de veces que no teníamos que pedirle nada a nadie, que elles estaban ahí para nosotras. Supongo se referían a no pedir material de escuela a nuestres compañeres, dinero a nuestres amigues o juguetes a nuestros parientes pero el mensaje era claro: No pidan nada de nadie. Por eso no es raro que mi hermana y yo estemos rotitas en ese sentido.
Y lo planteo así porque mi hermana tampoco sabe cómo pedir ayuda. Ella y yo preferiríamos pasar hambre un día en vez de pedir dinero prestado. Más que por orgullo o lo que sea, ya es una cuestión de desabasto de inteligencia emocional (¿O instinto de supervivencia??? lmao who knowssss??)
La cosa es que con el pasar de los años, como es normal supongo, he tenido tropiezos y problemas que he sobrevivido por mi cuenta y hasta estos momentos estoy cayendo en cuenta lo desgastante que eso ha sido. No sólo porque resolver las cosas sola es un esfuerzo casi inhumano, sino porque muchas veces es imposible y termino arrastrando esos traumas y problemas sin resolver como espectros sobre mis hombros.
No sólo porque soy tan arrogante que pienso que no necesito a nadie más que a mí misma, sino porque es aislante as fuck.
No puedo hablar con nadie de nada, no puedo dejar que alguien derribe mis muros. Y las pocas veces que lo he hecho, no voa mentir, me he arrepentido.
¿Cómo es que he vivido tanto tiempo así sin terminar atentando contra mi vida? lol
Mi incapacidad de pedir ayuda, de externar mis necesidades han fracturado mis relaciones laborales, familiares, amistosas, platónicas y románticas.
A veces en términos ya irreparables.
Lo he lamentado, mucho. Porque no es como que pretenda alejar a las personas, es que me es difícil hablar de ello. En los últimos años, creo que desde abril del 2018, las cosas se pusieron más tensas e intolerables para mí. Sé que soy una persona privada pero entiendo que esa resistencia me hace menos humana o algo así. Al menos así lo siento.
Encargarme de mis cosas sola, sin hablarlo, sin pedir ayuda, consejos, guia, whatever, me hace sentir menos persona, más sola, menos competente también.
Pienso continuamente que no hay nada que alguien pueda decirme para ayudarme a lidiar con la pérdida de mi tía, con mi separación de d*ego, con las desventajas y trabas de mi vida laboral, con todos mis asuntos. Con mis pesadillas y alcoholismo y con mi evidente baja autoestima y tendencias autodestructivas.
Me desanimo antes de siquiera pensar en la posibilidad de que las palabras amables de alguien puedan ofrecerme un consuelo. Porque incluso cuando muchos de mis problemas ya no tiene solución, el consuelo es vital para mantenerme con ánimo y a veces conmigo misma no me basta.
Desearía tener esa facilidad de conectar con otres a través de compartir mi dolor. Desearía no sentirme tan atada o que estoy siendo una carga. Desearía sentirme cuidada y protegida o por lo menos acompañada, por alguien que no soy yo misma o los fantasmas que vagan por las calles ajenos a su realidad -lol-
Poco a poco estoy desaprendiendo eso que se me inculcó de niña y no voy a mentir, es un camino bien arduo. La deconstrucción propia es bien complicada, porque muchas veces se siente como si dar un paso hacia adelante significa retroceder tres. Pero le estoy echando ganas.
Contrario a mis hábitos tóxicos y autodestructivos, esta semana acepté la ayuda de alguien que muy amablemente me la ofreció. Me resistí al principio, es más, ni siquiera le di una respuesta concreta esa noche y durante la madrugada no pude dormir pensando en toda la culpa que empecé a sentir ante la idea de dejarme ayudar por alguien quizás no tan cercano a mí. Pero después de varias horas y darle vueltas al asunto, de hablarlo con amistades cercanas -e incluso con mi propia hermana-, decidí aceptar.
¿Y la verdad? Siento que me quité un peso de encima, porque era algo que me tenía bastante awitada el no poder resolver el asunto tan pronto sucedió.
Pero ya estoy en el proceso de arreglarlo y gracias a la mano generosa de alguien lo estoy haciendo bien.
Ofrecer ayuda es de corazones generosos, pero aceptar ayuda es de humanos.
Comentarios
Publicar un comentario