Me gustaría introducir esta entrada con el hecho de que ayer vi Druk, una película danesa protagonizada por el papucho de Mads Mikkelsen. (cómo me prende el anafre ese hombre, verdaderamente)
La película habla sobre cuatro maestros que un día deciden probar una teoría sobre que si mantienes un 0.05% de alcohol en el cuerpo, o sea, beberse una o dos copas (depende del alcohol) durante todo el día mejora tu rendimiento social.
Mientras la veía, me sentí muy identificada con ciertos aspectos de cada personaje. El que más me resonó fue el del mismo Mads, donde su personaje en un inicio se muestra renuente a participar y en las cenas sólo toma agua pero después algo se le remueve por dentro y decide tomar. Y toma. Y vaya que toma.
Me reí, me estresé, lloré, me interesé y al final le di una conclusión a la película: Alejados del mito moralista de que "beber está mal", "sólo los fracasados toman mucho" y equis, igriega y zeta. (Me parece que Dinamarca está algo bastante alejada de todos esos prejuicios moralistas de América), la película no busca darte una lección ni una solución: Te muestra nada más los efectos del alcohol. Los buenos y los malos.
Cuando terminé de ver la peli -en la sala de mi casa, en una página pirata, a eso de las diez de la noche- me dieron muchas ganas de tomarme un par de cubas de whisky y de escribir mi blog.
Aquí estoy ahora, escribiendo este blog, con tres cuartos de fourloko en mi sistema.
¿Tomo mucho?
Me pregunto. Yo sé que si le pregunto a la demás gente su respuesta es que sí, que en comparación a elles o gente promedio "tomo mucho".
¿Cuánto es mucho?
Dice el mimors que no importa la cantidad sino la frecuencia pero creo que yo difiero un poco. Habrá quién para cocinar se tome una copa, para hacer algún tipo de trabajo de oficina u hogareño se tome una cuba y el porcentaje de alcohol en su cuerpo no suba ni a 0.07%, pero digamos que también estoy de acuerdo un poco.
¿Tomo mucho?
Creo que sí.
Aunque no tomo hasta darme un blackout, lo cierto es que cada vez que tomo sí vivo un poco de disociación y batallo a la hora de recordar cosas, cada vez menos específicas (lo cuál debería ser preocupante pero me sucede mucho cuando vivo episodios de depresión, ya know)
No tomo para socializar, pero sí para mejorar mis habilidades cognitivas (siento que escribo mucho mejor estando un poquis ebria porque como que las palabras fluyen y yo no sobre-pienso tanto aunque pensándolo bien también tomo para socializar, de otra manera no puedo)
No tomo para olvidar algo traumático como un divorcio o un fracaso laboral. Pero es cierto que si tomo no pienso mucho en las cosas tan tristes que me perturban.
No tomo para "farolear", tampoco tomo porque "me gusta el sabor" del alcohol o porque sepa algo de cervezas/vinos/whiskys/vodkas/coctéles
Tomo porque me gusta estar ebria.
Dice Google que el alcoholismo es la incapacidad de controlarse.
Y contrario a lo que bastante gente parece creer, yo sí puedo controlarme. Puedo pasar meses y meses sin probar ni una gota de alcohol y no inmutarme. Seguir con mi vida normal.
Creo que la principal problemática es que no quiero. Pero no quiero muchas cosas: No quiero probar las drogas en el estado tan continuo en el que estoy. No quiero ser responsable de vidas. No quiero prometer cosas.
Lo que sucede con el alcohol en mi cuerpo es gracioso: Se me ocurre tomar: una o dos copas (eso pienso yo) y lo hago, y por momentos se pueden convertir en diez copas y terminar tirada en el piso de mi sala o vomitando en el váter a las dos de la madrugada.
También puede ser que me tome cuatro copas (incluso cuando dije que menos me tomaría) y nada, hago lo mío: Tareas del hogar, como, cuido a Manzano, veo una película o tomo una siesta y sigo con mi vida. Equis.
Pero ¿Qué es el alcohol para mí?
En el 2015 fue para sobreponerme a la muerte de Gerardo.
En el 2016 fue para convivir en las fiestas bugas a las que me invitaban, a las reuniones de fin de mes de mis amigas, a los obstáculos de mi relación con el mimors.
En el 2017-2018 era mi manera de no pensar en cosas que lastimaban mis sentimientos y me sacaban del maltrato y acoso laboral que viví.
En el 2019 era la manera en que pasaba mi tiempo.
En el 2020 fue la manera en que sobreviví a la cuarentonta.
En el 2021 fue para
¿Para qué?
¿Para mejorar mi escritura, para sobreponerme a la muerte de mi tía fav, para no sentir miedo?
Quizás un poco de esas tres, más de las últimas dos.
¿Por qué tomo como tomo? ¿Tengo problemas emocionales/sentimentales/físicos/laborales/existenciales?
Sí y no.
Tomo, sí, pero no por gusto. Me gusta estar borracha. Me desinhibo más, escribo mejor y soy más... más yo.
Sobria sobrepienso demasiado, todo me asusta, estoy estresada.
¿Es una razón válida para tomar?
No me lo parece. A veces me siento como Greg en Crazy Ex Girlfriend.
Si quiero dejo de tomar: Detecto si empiezo a tener problemas para llevar mi vida, se interpone el whisky en mi trabajo, en mis vínculos, en mi vida personal lo dejo.
Pero no es así y a veces me preocupa ser tan funcional con dos copas de vino encima.
Sé que mi madre se enoja cuando tomo. Sé que el mimors también. Sé que Karli se preocupa mucho. Sé que mis amigas: Diian, Fany, Jazmin, Yazmin, Ingrid, se asustan. Sé que Ángelo y Dani y Alfredo creen que tomo mucho. Sé que mi hermana también lo piensa.
Quizás mis mutuals también lo creen. Quizás tú que me lees en este blog lo cree.
También yo lo creo.
Sólo no veo cómo eso pueda ser malo si no me entorpece en mis procesos laborales/hogareños/académicos.
Quiero decir, ¿Alguna vez les he faltado/fallado?
Pero también pienso: ¿Tengo que fallar para darme cuenta?
No me gusta el alcohol. No tomo cerveza (no me gusta) ni tonayán (me da miedo). No me gusta el tequila. Me gusta el whisky con refresco, aunque mi madre diga que es algo "naco". Me gusta el vino con jugo de uva. Me gusta el vodka con lo que sea.
Me gusta el fourloko y el paris de noche aunque no sepa de qué están hechas.
No tomo lo que sea y no tomo para darme blackout. No tomo diario y no bajo cualquier circunstancia.
Me gusta estar ebria, eso sí. Diría lo mismo de cuando tengo un orgasmo, me estoy bañando, durmiendo o caminando en la calle con música de Rina Sawayama en mis oídos.
Tengo 26 años y nunca en mi vida he probado drogas ni alcoholes diferentes a los que he mencionado: ¿Eso me hace una criminala?
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